Halloween, es la noche más terrorífica por excelencia, y aunque muchos creen que se origina en Estados Unidos, lo cierto es que su origen no es para nada americano, sino que proviene en realidad de Europa, de los celtas, un pueblo guerrero que vivió hace 3000 años aproximadamente.
Durante siglos las poblaciones celtas, se basaron principalmente en la agricultura para la supervivencia. Para ellos, el año nuevo comenzaba el 1 de noviembre, así que en la noche del 31 de octubre se celebraba el llamado Samhain , o el final del verano, en el que los mortales agradecían a los espíritus por los cultivos de verano.
En aquellos días, de hecho, era una creencia común el que en la noche del verano tardío, las barreras entre el mundo de los vivos y las de los espíritus se debilitaban tanto, que los difuntos tenían la oportunidad de regresar a la Tierra.
De esa época surgió el uso de salir delante de las puertas de las casas con dulces, para congraciarse con las almas de los muertos, o para colgar linternas hechas de calabazas, para guiar el camino.
Cada 31 de octubre los niños se disfrazan para hacerse pasar por espíritus, visitan a las familias conducidos por linternas de calabaza y reciben dulces a cambio de "truco o trato".
Los celtas no escribieron sus tradiciones, sino que las transmitieron oralmente, de modo que las leyendas y creencias se enriquecieron con nuevos detalles de generación en generación.
La Calabaza, que viene de un nabo. Jack-o-lantern
Según cuenta la leyenda, Jack era un notorio bebedor, jugador y holgazán que pasaba sus días tirado bajo un roble. La leyenda cuenta que en una ocasión, se le apareció Satanás con intenciones de llevarlo al infierno. Jack lo desafió a trepar al roble y, cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender. Entonces Jack hizo un trato con el diablo: le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida.
La historia dice que cuando Jack murió no se le permitió la entrada al cielo por sus pecados en vida, pero tampoco pudo entrar en el infierno porque había engañado al diablo. A fin de compensarlo, el diablo le entregó una brasa para iluminar su camino en la helada oscuridad por la que debería vagar hasta el día del Juicio Final. La brasa estaba colocada dentro de una cubeta ahuecada "llamada nabo" para que ardiera como un farol durante mucho tiempo.